sábado, 3 de septiembre de 2011

28 de agosto, Atsuta, Yaizu

Me levanté temprano el domingo, para pasar por el santuario de Atsuta antes de coger el tren a Yaizu.
El primer día en Nagoya ya había intentado venir, pero estaba ya cerrado.




El santuario fue fundado en el siglo I, y reconstruido en 1935. Es uno de los más grandes del país, y guarda tesoros imperiales:


Santuario principal. El santuario está dedicado a Kusanagi, los que habéis leído Usagi Yojimbo posiblemente os acordéis de "segadora", y es que según una teoría, la espada "hierba cortada con la espada" está escondida en alguna parte del santuario. En cierto año del periodo Edo, un sacerdote dijo haberla visto.

La teoría más extendida es que se perdió en la batalla naval de Dan-no-ura, y que se hizo una réplica después.




Aquí tenían gallos, no sé porqué:


Tienen un museo, con tesores imperiales. En la entrada semejante nodachi de 3 metros y medio:


En la ilustración se ve una especie de demonio a caballa luchando. No sé de qué se tratará, en muchas ocasiones se forjaban armas que no eran para utilizarlas, si no para dedicarlas a santuraios:



Y tras ver Atsuta, una sucesión de trenes me llevó hasta Yaizu, en la prefectura de Shizuoka, donde mis amigos Maki y Takahiro fueron a recogerme para pasar unos días juntos.
Fuimos a comer a un restaurante de sushi, de esos donde la comida va pasando en platitos por una cinta continua y tú vas cogiendo los que quieres. Al final, viene un camarero y te cobra por el número de platitos de la mesa. También podías pedir platos en una pantallita táctil, y te los ponían en la cinta encima de una taza para que la gente no los cogiera. Cuando llegaba a tu zona, la pantallita te avisaba.
¡Me comí un sushi hecho de crías de sardinas! estaban transparentes aún, y con sus ojitos y todo, jeje.

Y a la tarde a la casa, para conocer a Kiyoshi san y Keiko san, padres de Maki y mis anfitriones, charlar un rato, intercambiar regalos, y preparar la mochila para el día siguiente. Al parecer, el tifón no llegaría a Japón hasta primeros de septiembre.
¡Ah, y a conocer a Bow chan! el loro japonés que anda suelto por la casa y es el rey, jeje.

Cena con diferentes productos distintos a los que se suelen comer en los restaurantes, probar sake y shoshu, charlar más. (Todos se defienden más que bien con el inglés) y al futón.

Por cierto, es una gozada dormir, y que a través de los paneles se distinga la silueta de uno de los árboles del jardín.

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