jueves, 15 de septiembre de 2011

12 de septiembre, Tokyo

Levantandome con calma en mi último día en Japón, revisar cosas pendientes y salir a dar una vuelta por Asakusa.
Este antiguo barrio de Japón, conserva cierto aire clásico, por sus templos y alguna otra cosilla.


En esta calle venden artículos para comercios de hostelería, como bien indican las figuras de los edificios (mirad también las tazas que sobresalen del de la derecha):


Aquí vendían las típicas telas que cuelgan de las entradas de los restaurantes (¡Buen souvenir!), los platos de plástico que utilizan en los escaparates, palillos, tazas, baterías de cocina, etc.

 Al fondo, la nueva Tokyo Sky Tree, una torre que está por terminar (creo que falta el interior) y que supera en altura a la Tokyo Tower:


No quiero ni pensar como pueden ser en vivo los edificios esos gigantes que están haciendo por ahí, que son doble y triples que estos:


Y así llegué a la famosa puerta del trueno, Kaminarimon:


El farol creo que mide más de 3 metros, y pesa más de 100 kilos:


Detrás hay una calle llena de tiendas de regalos, dulces, ropa, que iban abriendo poco a poco y al fondo se ve el templo:



Este es Fujin, dios del viento:


Y este Raijin, dios del trueno ¡Como Urtzi!, los dioses que flanquean la puerta y le dan su nombre de Puerta del Trueno:


Aquí en un comercio tenían unos muñecos subidos en el tejado:


Segunda puerta, Hozomon, ya en el propio recinto del templo:


Tenían cuadros con ilustraciones, entre ellas, las siete divinidades de la suerte navegando:


La puerta tenía sus propios guerreros protectores:



Detalle del farol y el templo principal detrás:


También hay una bonita pagoda de 5 pisos:


Al parecer el templo fue fundado por tres pescadores en el siglo VIII que encontraron una estatuilla pequeña de Kannon, la diosa de la misericordia entre sus redes:


Correspondiente fuente para lavarse adecuadamente, con el techo pintado:



Composición:



El cuerpo principal:


Al lado está el santuario de Asakusa, que dedicaron a los pescadores:


Tenían un santuario portátil (las capillitas que llevan a cuestas) de este gran gato en un tejado:


Atentos, que está formado por gatos:



Y en el mismo lugar, también está el templo Denboin con sus típicas carpas:


Tenía templillos y estatuillas y piedras conmemorativas:


El sitio está distribuido así:


Detalle del cuerpo principal con la Sky Tree detrás:


Alpargata bilbaína que tenían colgada en la puerta:


Para que veáis el tamaño. Dan suerte a los peregrinos y viajeros:



Más edificios en Tokyo:


Y así me encontré con mis amigos Kiyoshi, Keiko y Takahiro y me llevaron a un restaurante de Asakusa muy chulo. Lleva funcionando desde el periodo Edo, y era de tatami y mesas bajas, con un jardincito en su piso primero. Y en el bajo puedes comer en mesas occidentales.
Comimos un plato tradicional de un pescado parecido a una anguila pero más pequeño, que te ponían en un cuenco con un caldo y verduras que estaba sobre ascuas para mantenerse caliente. Según ibas comiendo te traían más platitos de pescado para rellenar el cuenco.
Lo regamos adecuadamente con cerveza, y cuando te terminas el pescado se hace una especie de sopa con arroz con el caldo que queda que está muy rico. Como de costumbre, Keiko san tubo que enseñarme como se comía adecuadamente en vez de intentar pescar con los palillos grano a grano, jeje.

Y a continuación ¡Al Ryogoku Kokugikan! Porque nos esperaba tarde de sumo. Allí nos reunimos con Maki san y fuimos a nuestros boxes. Compramos alguna cerveza y snacks y a ver los últimos combates previos a la categorñia Yoryu. Cuando terminaron, los rikishi Yoryu salieron para la ceremonia inicial, ahí entran los de la puerta "este", en el dojo-iri, precedidos por el árbitro:



Los jugadores van subiendo en orden inverso a su rango mientras son presentados y se presentan ante el público. Visten el Kesho, coloridas piezas de seda ceremoniales. A partir de este rango, los sumotori pueden elegir el color de sus cintos, en las categorías inferiores siempre son negros. También llevan peinados diferentes:


Realizan una corta ceremonia, ya que el sumo está dedicado a los dioses:


Después hacen lo mismo los luchadores de la puerta oeste:



Los árbitros visten coloridos kimonos de era Kamakura y gorros de sacerdote shinto. También los colores de sus abanicos, adornos y cintos cambian según sus rangos, y el calzado en el caso de los de mayor rango:


Sobre el ring, el dojo, hay un santuario shinto:



Decorando la parte superior del estadio, hay cuadros de los ganadores de los últimos campeonatos:


Un asistente llama cantando sus nombres a los siguientes sumotoris en combatir:


Atentos a los pececitos que había entre los snacks con sabores marinos (pescado, calamar...):


Los combates son cortos y rápidos, después de la ceremonia de los luchadores, saludandose y remitiendose al juego limpio, purifican el dojo arrojando sal. Se colocan, y cuando ambos apoyan ambos puños en el suelo, pueden comenzar cuando quieran:


A veces, si no les gusta la posiciónd el contrario, o no se sienten completamente concentrados, se levantan y retiran a su esquina para secarse el sudor. La gente aprovecha para aplaudir y apoyar a su favorito gritando su nombre. Cuando vuelven a colocarse, arrojan sal de nuevo:


También los snacks tienen estas como quisquillas:


Según avanza la calidad de los combates, se va acercando más gente al estadio. Los combates empezaban a las 8 de la mañana, los joryu empezaban a las 2 y media, y los mejores luchadores, los maku uchi, una hora más tarde. En todo caso, al ser el segundo día de quince, todavía no era de los días buenos:





La ceremonia es como la anterior, tras los luchadores de la puerta este, los de la oeste:

 


El sumotori de la derecha es checho (creo) y es diferente, más atlético. Ganó un campeonato:


Hay luchadores de varios países, rusos, chechos, bulgaros, brasileños... y han tenido varios campeones hawaianos y mongoles.

En ciertos combates, algún patrocinador pagaba por una bandera, que se pasea por el ring:


En esos combates, el vencedor se lleva un sobre con dinero:


Gana quien consigue que el contrario toque con cualquier parte del cuerpo fuera del ring, o el suelo con algo que no sean los pies. Pierdes si realizas algo ilegal, como meter los dedos en los ojos, agarrar de partes nobles, golpear con los puños y cosas similares. No sucedió nada sancionable en ningún combate:










En los cuatro laterales hay jueces que observan el combate, si hay algo inusual, o si hay una jugada dificil, se reunen y deciden:


Lo blanco que se ve entre los dos pisos, son los nombres de los combatientes que se enfrentaban hoy y quién iba ganando cada combate:



El combate tiene muchos aspectos, uno muy importante es leer al contrario, y después de arrancar con tu estrategia, sentir sus fuerzas, pesos, movimientos, para reaccionar con mucha velocidad.
Si cargas tu peso contra el contrario, podría apartarse o empujarnos contra el suelo. Si le esperas, podría cargarte, y demasiado levantado te empujaría fácilmente. Hay infinidad de movimientos, y se les ve eligiendo con cuidado su jugada inicial, que suele ser la única del combate, pero si no lo es, hay de nuevo infinidad de movimientos para cambiar las situaciones que se crean. Palmadas, agarra el cinto, intentar girar... No es nada sencillo:


Hay muchas llaves de judo también:

 
Hay varias cámaras por el estadio para retransmitir el campeonato:

 
 


¿El primer sumotori vasco?


La copa se la llevará el vencedor:


Había muchos trofeos:



Y en las paredes había cuadros de imagenes tradicionales:


Mientras sonaba el tambor que anunciaba que se habían terminado los combates de hoy, como se anunciaba también el inicio, las banderas con los nombres de los luchadores ondean en la entrada:


Ahí el tambor:


Y tras la emocionante sesión de sumo, nos fuimos a cenar a otro restaurante tradicional. Muy bien decorado, ofrecían ¡ballena!.
Es muy suave y sabrosa. Tras unos aperitivos y ballena en sashimi, te traen un cuenco grandote sobre un fuego donde echas verduras diferentes y tofu, y echas carne y grasa de ballena estilo fondue.
Cervezas, un buen saque, arroz para terminar el caldo y como unos señores.

Y lamentablemente el tiempo se acaba. Ellos tenían que regresar a Shizuoka, y yo tendría que salir de madrugada hacia el aeropuerto, así que nos despedimos prometiendo futuros encuentros y al hotel a descansar un rato.

Después me espararían más de 24 horas despierto de aeropuertos y aviones hasta llegar a casa. Y en el parque me estaban esperando entusiasmadas las neskas.
Se acababa un viaje espectacular con más de 3000 fotos, cientos de kilometros caminados y no sé ni cuantos en tren. Una decena de castillos y más de 100 templos y santuarios, y una ascensión genial.
Pero sobre todo, una gente educadísima y amigable, un país sorprendente y original, con gente, al final no tan diferente a los demás.

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